¿Qué Debemos Hacer?
¡Los estragos de esta enfermedad contagiosa están afectando a millones de personas a través del mundo!
Frente a esta situación espantosa surgen varias peguntas vitales:
¿Qué debemos hacer para protegernos físicamente?
- Distancia social – mantenernos en casa; no estar en lugares donde haya mucha gente. Si es absolutamente necesario ir al supermercado, ir lo más temprano posible cuando haya menos gente. Apartarnos de nuestros familiares si tenemos síntomas o creemos que hemos sido expuestos.
- Protección física – usar máscara para cubrir la boca y nariz (aún un trapo nos puede ayudar si no tenemos una máscara); lavarnos las manos con frecuencia; no tocarnos la cara; desinfectar las perillas de las puertas y otras cosas que tocamos.
- Entrega a domicilio – Buscar forma para que nos traigan las órdenes de alimentos, medicinas y otras casas a nuestras casas.
- Atención médica – consultar al médico si tenemos una fiebre, una tos seca y dificultad en respirar. Pedir que se haga un examen para saber si estamos contagiados por el virus. Buscar un hospital o clínica que tenga ventiladores médicos.
¿Qué debe ser nuestra actitud emocional?
- Tomar la situación en serio – Esta es una epidemia que puede causar la muerte de millones de personas. Es de gran importancia prestar atención a las medidas que se establecen por los médicos y las agencias gubernamentales.
- Evitar el pánico – Aunque esta es una situación espantosa, es de gran importancia que con calma tomemos las medidas necesarias para protegernos a nosotros y a nuestras familias.
¿Qué debemos tomar en cuenta espiritualmente?
- Reconocer que la vida es incierta – La Palabra de Dios dice: “Y no saben lo que será mañana” (Santiago 4:14). Que increíble es que un microbio se pueda esparcir a través del mundo y cobrar las vidas de millones de personas.
- Prepararnos espiritualmente – Podemos hacer preparativos para la vida en el más allá. La Palabra de Dios nos enseña que nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo, vivió una vida perfecta, sirvió a la humanidad, enseñó verdades divinas, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó de la muerte y regresó al cielo donde está rogando a Dios por nosotros. Jesucristo explicó el propósito de su venida al mundo cuando dijo: “Pues Dios amó tanto a mundo que dio a su hijo único para que todo aquel que en él cree no muera, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
- Acercarnos a Dios –Podemos pedirle a Dios perdón por nuestros pecados e invitar a su hijo Jesucristo que venga a nuestros corazones para guiar nuestras vidas y prepararnos para ir al cielo con él cuando se termine nuestra vida en este mundo. Jesucristo dijo: “El que presta atención a lo que yo digo, y cree en el que me envió tiene vida eterna y no será condenado pues ya ha pasado de la muerte a la vida” (Juan 5:24). Si ponemos nuestra fe en Jesucristo como nuestro Salvador podemos tener la seguridad que vamos a estar con él cuando demos nuestro último respiro en esta vida. ¿Ha hecho usted esa decisión de recibir a Cristo? Si no lo ha hecho, hágalo hoy y tendrá paz es su corazón.
- Confiar en sus promesas – Tenemos la promesa de Dios de estar con nosotros. Frente a los estragos que está haciendo el Coronavirus mundialmente es muy natural sentir temor y sentirnos solos. Es durante tiempos como estos que podemos permitir que la paz y el amor de Dios llene nuestros corazones. Antes de regresar al cielo Jesucristo dijo a sus seguidores: “Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Él también dijo a sus discípulos: “No se angustien ustedes, confíen en Dios y confíen también en mí” (Juan 14:1).
Estamos pasando por días con mucha angustia e inseguridad. Es muy natural estar muy preocupados. Pero, si hemos puesto nuestra fe en Jesucristo como nuestro Salvador podemos sentir su divina presencia en nuestros corazones y tener la firme esperanza que él nos guiará en esta vida y en la venidera.
Con la ayuda de Dios le podemos quitar la CORONA al Coronavirus.
La palabra de Dios dice: “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Si usted desea que alguien ruegue a Dios por usted o desea más información, comuníquese con la persona que le envió este folleto.